La solución económica
Como es sabido nuestro país debe someterse a una cirugía mayor en materia económica que incluye las siguientes reformas estructurales, a saber:
I. Reforma integral del Estado y programa de baja y optimización de gasto público a nivel nacional, provincial y municipal.
II. Reforma impositiva integral, eliminando regulaciones e impuestos distorsivos, y reduciendo aquellos que desalienten la producción.
III. Actualización de la Ley de Contratos de Trabajo.
IV. Reforma monetaria, de la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina, e implementación de Plan de Estabilización.
V. Reforma previsional integral.
VI. Optimización en la adjudicación de recursos para las empresas del Estado y de su gestión general.
VII. Reforma financiera y de mercados de capitales.
VIII. Apertura comercial y tratados de libre comercio. Re-significación y relanzamiento del Mercosur.
A esto sumemos que se deben crear las condiciones para que las empresas del Estado compitan con las privadas, haciendo que su existencia dependa de su eficiencia y sustentabilidad económica.
La cantidad de regulaciones requiere una pormenorizada revisión en todos los niveles. La burocracia estatal no puede ser obstáculo para la producción; motivo por el cual la agilización e informatización de todos los procedimientos debe ser prioritario.
En materia laboral se está trabajando, como hemos mencionado, en una reforma que tienda a eliminar la indemnización por despido; y se busque la creación de un fondo de desempleo. El trabajador debe tener la contención suficiente para buscar y encontrar rápidamente nuevo empleo.
El +70% de inflación, la mayor marca interanual desde 1992, sumado a una proyección mayor al 80% para este año, demuestra que la política monetaria ha sido desastrosa. Ello no significa que las medidas a implementarse impliquen incinerar el sistema existente hasta la fecha. Nos inclinamos por una política de “limpieza y orden de la casa”. Traemos una inercia inflacionaria muy fuerte producto de la fiesta de emisión 2020/21. Aún si se parara la emisión (poco probable), por efecto de los rezagos inter-temporales, la inflación no bajaría en menos de 15/18 meses. El efecto más directo es la caída del salario real, y del ahorro y la inversión (fija).
El campo argentino será clave para esta nueva etapa, principalmente para el ingresos de divisas y re-monetizar la economía. En este sentido es necesario eliminar en su totalidad las retenciones, ajustar el sistema fiscal y unificar el mercado de cambios; entre otras cosas. Este sector requiere una inyección de creatividad en términos de acuerdos internacionales de comercio, que van desde convenios Pyme hasta TLC con otros países, así como la generación de confianza, sobre todo en relación a la seguridad jurídica, que incentive las inversiones tanto locales como extranjeras.
El país es atractivo por ejemplo en materia de biodiesel, aceites, gas y minería entre otros rubros. En materia de autopartes, debemos asistir con todas las herramientas necesarias para que las montadoras puedan producir conforme el nuevo esquema de desarrollo planteado. De la misma forma resulta esencial impulsar la industria del conocimiento, que encuentra campo fértil en nuestro país debido al talento de nuestros emprendedores.
Si se llevaran adelante la totalidad de las reformas necesarias para poner en marcha la producción, veremos que ese impulso inicial requiere un respaldo financiero que el país no tiene. En efecto, desde el momento en que se toman las medidas, y hasta ver los primeros resultados, será necesario contar con una cantidad de capital que solamente el mundo libre nos lo podrá brindar.
La mochila impositiva requiere una drástica eliminación de los mismos, que podemos estimar en unos 30 de índole nacional, y una baja sustancial de los tributos que más recaudan, que podemos imaginar en un promedio del 50% de quita. Es decir, debemos ser más competitivos que Brasil, nuestro socio y vecino inmediato. Como lo hemos mencionado, los impuestos provinciales, tasas y contribuciones quedarán en manos de las provincias y con ellas su decisión de ser competitivas con estas nuevas reglas de juego.
Es decir, con este esquema de reducción tributario, es lógico pensar que el bache fiscal (Primario + Provincias) hoy está en niveles de 27,500 millones de dólares, sin considerar déficit financiero y del BCRA.
Efectivamente, tomando un PBI (2021) de u$s 488,6 Bn., el agujero fiscal a cubrir estaría en el orden mencionado, sin considerar servicios de deuda y pasivos remunerados del BCRA. Si a esto sumamos el costo de la reforma impositiva, el gap fiscal subiría a u$s +70 Bn a dólar libre.
También es razonable entender que el déficit de casi u$s 4,000 millones que registran las empresas públicas y demás organismos será saneado de manera razonable. En efecto, el criterio imperante para esta nueva etapa debe estar dado por privatizar y/o cerrar todas las empresas no estratégicas que den pérdida; y cuyo rol pueda ser ocupado por actores del sector privado.